martes, 29 de enero de 2013

Amy Martin: De Fantasma a Fantasmón.


Pensaba, inocente de mi, que la Era “pajines” o “bibianas” había pasado a la historia. Que en estos truculentos momentos tan solo debería preocuparme por las cosas serias que, desgraciadamente, acucian a nuestro país: Corrupción generalizada, paro, economía ...¡Pues no!
Mi nuevo motivo de preocupación son los fantasmas. No, no me refiero a esos señores o señoras que fanfarronean sobre sus bienes o lo guapos que son. Me refiero a los de verdad. Los que aparecen y desparecen, los que están y no están. Aquellos que consideramos “los otros” y como etéreas nubes desaparecen ante nuestra vista. Sutiles almas pasan sin verlas pero que mueven objetos, guardan las cosas, sobre todo dinero.
La prensa, en estos días, nos ha regalado pruebas de su existencia. Hombres sesudos y serios aseguran su presencia entre nosotros y, no seré yo quién les rebata.
Un gerente del PSOE, Xoán Cornide se “reunió y contrató” a Amy Martin como lo acredita el pliego contractual firmado por ella. Amy, la etérea. Amy, la invisible, la intangible. Se materializó para firmar su modus vivendi o parte de el.
El contrato era un chollo. 0,26ctms carácter más 0,10 ctms por la traducción. ¡Ni que fuese el mismísimo Vargas Llosa! Pero el fantasma Amy se lo merecía. Para eso era un fantasma y todo esto sin que mediase Whoopi Golberg, que ya sabemos todos, lo buena medium que es, desde que rodó Gost.
Amy comenzó a escribir y que locura de fantasma. Lo mismo escribía de economía, que de sociedad, de moral o tecnología. Un lujo de fantasma. Por ahí decían las malas lenguas, que habría fantasmas “negros”. Pero yo, no lo creo. Ella, vale mucho. 0,36ctms letra.
Lo malo vino después. Los artículos eran malos, casi de chavalillo de la ESO. No era propio de un fantasma escribir así. Alguno, se salvaba. Aquellos que parecían estar escritos por otras manos, otros cerebros.¡Otra persona, leñe! Y fijaros que digo: PARECÍA.
Casi al mismo tiempo, una tal Irene Zoe escribe una novela, “Sueños Itinerantes”. Magnífica, según la crítica de ciertos críticos afectos y afectuosos. Yo, no puedo opinar ya que no he leído su obra aunque si, sus artículos. Artículos que me hacían pensar que, con un mínimo de suerte, cualquiera se puede hacer rico escribiendo.¡Es que soy una soñadora!
Comienza, Irene Zoe a escribir en El País. Unas veces como Irene y otras( ahora lo sabemos) Como bloguera utilizando el nombre del fantasma Amy sin cambios en la calidad de los mismos. Pero su estrella crece. Rutilante, asciende hasta el cielo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Hace relación entre literatura y ciencia, las engarza de manera y forma que, como en la alfombra mágica de Aladino es elevada a la Dirección sueca del Instituto Cervantes.¡Como los grandes! Y solo con 33 añitos.¡Futuro! Que diría mi yaya. Presente, decía yo.
No duró ni seis meses. La que armó, parece ser que fue tremenda. Tirana, déspota, desorientada… Comentaron sus subordinados. Y, a casa.
En casa, la cosa liada. Se descubre que el fantasma no es un fantasma. Que ni se sabe cómo se firmó un contrato con un nombre supuesto, qué documentación se aportó para el mismo. Que, en IDEAS, dicen que vieron “dos o tres” veces a Amy, pero que no era Zoe. Aunque la que cobra es Zoe. Su marido, ni se sabe si lo es, lo fue o, ni lo uno ni lo otro. Por ahí anda perdido, como un fantasma, con el “futuro” que tenía en el PSOE y ahora, lo mismo se va al paro. El País borrando el Blog de Amy, perdidos entre la falta de calidad del periódico o la falta de calidad de la bloguera. Erráticos.
Y…Es que, las herencias pesan como losas mortuorias. Tanta tontería, tanta irracionalidad de ideas, tanta trivialidad y vulgaridad de las “bibianas” y “pajines”, no podían dejarnos otra cosa que fantasmas y fantasmones que bajo la careta de originales ideas, engañan, estafan y pudren.
Quizás, Irene Zoe, cuando aprenda, escribirá un guión. Un guión cinematográfico sobre el fantasma Amy, sobre el fantasmón de Zoe. Sobre los títeres, las marionetas. Los listos, los tontos. Los pseudointelectuales, los ineptos y los truhanes.