Extendió sus manitas tan
perfectas, tan diminutas, como los de una muñeca. Los dedos largos y rosados.
Instintivamente
le ofrecí mi dedo índice para que lo asiera, como así ocurrió. Su manita
cálida, agarró con fuerza mi dedo: sorprende que una personita tan pequeña
demuestre tal fuerza.
Sus
ojos, aunque tan solo tenía unas horas de vida, permanecían abiertos, quizás
buscando quién era ella misma, quizás, sin verlo, su futuro.
Por
un instante creí que fijaba su mirada en la mía. Sabía perfectamente que los
bebés recién nacidos no ven ni distinguen personas de objetos, pero sus ojos
tenían tal profundidad e intención que sin darme cuenta me hundí en aquella
mirada intentando entender lo que querían expresarme.
Su
mirada interrogaba. Era como si me preguntara por ella misma. Como si quisiera
saber qué sería y haría. Impaciente, inquisitiva como solo los bebés saben
serlo.
Sin
darme apenas cuenta comencé a hablarle, bajito, en un susurro que, de tan
cerca, mis labios al tiempo la besaban.
Serás
feliz, serás hermosa, a veces llorarás desconsolada, otras reirás. Un día
cogerás la luna y bailarás con las estrellas. Y subirás tan alto como los
vientos juguetones quieran. Cantarás canciones, Jugarás hasta caer rendida. No
querrás ir a dormir para que no terminen los días. Te gustarán las flores, los
pájaros y las mariposas. Te entretendrás con un rayo de sol que entre por la
ventana, lo atraparás con las manos e intentarás guardarlo en el armario para
sacarle por la noche y que ilumine tus sueños. Te esconderás tras las cortinas
y cuando te encuentren, te taparás los ojos con tus manitas y así ya no te verá
nadie ¡Tris! ¡Tras!
La
magia, la luz, los vientos. Hasta la lluvia serán tus amigos…
Comerás
caramelos, te gustarán los pasteles. Repartirlos con mi perro. Te caerás cien
veces al suelo y te levantarás doscientas, que siempre es mejor levantarse dos
veces.
Te
gustarán los lápices de colores. Probarás la plastilina, sobre todo la amarilla, hazme caso, es la que está más rica. Te gustarán los ratones, los gatos, el perro de
aquella esquina, una rana saltarina y hasta querrás tener una amiga salamandra.
Las canicas de cristal, los botones y alfileres de colores. Una piedra del
camino, el papel de un bombón, las cintas de tu vestido y las cuentas de ese
collar que rompiste tú. Tesoros entre tus dedos, joyas en tu bolsillo.
Repetirás
mil veces que un murciélago es un murciégalo y te enfadarás si no te decimos que,
si.
Y…Crecerás. Crecerás y verás que
fue verdad todo lo que hoy te digo.
Tus palabras están llenas de luz, de inocencia, de verdad.
ResponderEliminarLa felicidad es mucho más sencilla de lo que a veces queremos ver. Y qué bien se ve en los ojos de un niño...