martes, 17 de junio de 2014

¿Quo Vadis PSOE?

Son muchos los consejos y enseñanzas que recibí de mis padres cuando era niña y, más tarde, en mi juventud.
De ellos, uno quedó grabado en mi memoria, no ya por obediencia sino, más bien por el placer que siempre me produjo el seguirlo.
Aquél consejo era; escuchar siempre con atención a las personas mayores pues, su experiencia y sabiduría podrían ser de gran ayuda en lo que fuera, en un futuro, mi vida.
Así fue. Atendí a toda la información que me llegaba de personas que, por su edad, tenían un conocimiento que, a todas luces, era superior al mío. No intervenía en ello la posible educación o cultura del informante ya que, tan solo los años vividos eran suficientemente indicadores de sabiduría. Si, además, se trataba de personas intelectualmente cultivadas, escuchaba ávida de conocimientos y experiencias que, posiblemente, podrían ahorrarme futuras diatribas o disgustos.
Hoy, más consciente de lo que significaron aquellas palabras de mis padres, de la filosofía que encerraban, del respeto que me inculcaron por el estudio a través de los ojos de los demás y sus vivencia, se lo agradezco enormemente ya que evitaron, con ello, algún que otro error que hubiera podido cometer de no haber escuchado o leído a quienes, antes que yo, ya habían tenido esas experiencias de vida.
Atónita contemplo que nuestros más jóvenes políticos, aquellos que pretenden ser los dirigentes de sus partidos y en un futuro, no muy lejano, dirigir el Gobierno de nuestro país: España.
No guardan el más mínimo respeto por quienes, con sabiduría, generosidad y entrega, hicieron posible que , ellos, disfrutaran de los beneficios que significa vivir en un país libre y, como hasta hace poco, de una economía confortable.
Son los niños del “tengodetodo”, mimados hasta lo infinito. Niños a los que sus papás jamás han dado un azote en el trasero, por aquello de que no se traumatizara el “pobrecito”. Niños que les traumatizaba el no tener el último juguete, la última tablet, el último teléfono móvil 5G.
Críos que acudían a la Universidad como el que acude a un mitin; a maleducarse. Sin capacidad de estudio, ni sacrificio. Sin saber leer(por la poca práctica) ni saber a quién leer. Tan solo los libros que, interesadamente, aquél profesor tan “guay”, les indicaba para que, una vez comprado el libro y leído el resumen, el “autor”, les aprobara. Entrecomillo la palabra, autor, porque la mayoría de aquellos libros, todos sabemos cómo se escribieron. Un copia y pega de aquí y de allá con ciertas dosis de algún que otro alumno aventajado. Todo ello recopilado con esmero durante algún tiempo.
Estos chicos, chavalería sin sentido ni respeto, se erigen en “salva patrias” despiadados arrasando con todos y con todo lo que no signifique lo que ellos, pobres ignorantes, creen o piensan que es el pensamiento único. Radicales e inflexibles proclaman su democracia. La SUYA. Sin darse cuenta que; la Democracia, no es eso. La democracia no es un rodillo donde se machaquen, sin pudor, el sentir de los demás. Sobre todo, si los demás son mayoría frente a ellos. ¡Somos jóvenes ¡ Gritan ¡Somos el futuro!
Enarbolan banderas que ni saben lo que significaron, ni les importa saberlo. No quieren saber de la sangre que por ellas se derramó. No quieren, ni pueden por su escasa cultura, adentrarse en la historia que las movilizó. Es más, si un abuelo les quiere indicar que es un error enarbolar, en aras de la libertad, una bandera equivocada. Ni le escucharán. Palabras de viejo, historietas de abuelo…Chocheces.
Pablo Iglesias o Juan Carlos Monedero, no son tan incultos. No lo son. Son magníficos malabaristas políticos, encargados en guiar a esa masa informe de pijoflautas con móvil 5G, tablet y cuanta en Twitter. Desarrapados de cultura y norte. Sin valores. Tan solo uno o dos: El dinero y el vivir del cuento.
Ni Dios, ni Ley les mueve. A algunos, quizás el odio o la envidia. Arrasan en determinados medios que, complacientes, les dan cobijo. Se crecen ante un micrófono, una cámara, un periódico. Se creen los amos del mundo y…No escucha, no oyen, no ven. Ciegos de poder y gloria no respetan. En proclama desairada desautorizan sin miramientos, ni estima, a personas como Joaquín Leguina, acreditado y culto. Una niña, Beatríz Talegón, el ejemplo: Deslenguada, mimada y mantenida por el PSOE hace años…Pijaflauta socialista. Pijaflauta de revista. Pijaflauta con caché. Aprendiza de no se qué. No respetan ni admiran a Felipe González, ni a Alfonso Guerra. Y a Ramón Rubial, por fallecido, tan solo para la foto.
Insólitos saltimbanquis saltan al son que toca la corriente emergente: Podemos. Sotillos y Madina, se radicalizan. No escuchan, de sus mayores, sus sabios consejos. Hasta Pérez Tapias se inclina ante las huestes de Iglesias. Pedro Sánchez, algo mohíno, pero entrando en el lodo de la utopía y la demagogia. Proponen mil y un desastres. ¡La locura! ¡A ver quién la dice más gorda! ¡No hay que pagar la deuda! Y…La juventud, cantando La Internacional por la calle. Los niñatos pijoflautas, herederos de la progresía, colocando en las plazas guillotinas falsas…¿Quo vadis PSOE?
Me tomo un café y respiro. Miro a mi alrededor. Silencio, estudio, orden. Y me digo ¡No todo el mundo es así!
Siempre se oye al que más grita, vocifera y lía. Embrollan para que, con su locura, no se vea el esfuerzo, el trabajo, el empuje y la ilusión en un futuro mejor. Pero ahí están los silenciosos; trabajando, estudiando. Y el futuro, es suyo.

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